lunes, 16 de mayo de 2016

Trastornos celulares: La vida en tiempos del teléfono móvil




Salir de casa sin el celular se ha convertido en algo comparable con dejar en el velador los ojos, la mente y el espíritu. A los acostumbrados embotellamientos de vehículos en las calles, ahora se suman seres autómatas que tienen como panorama exclusivo una pequeña pantalla de colores donde parece transcurrir otra vida. Y es que Facebook, WhatsApp, Twitter e Instagram, entre otras redes sociales, han pasado a formar parte indisoluble de nuestras existencias.

Esta situación, que en la actualidad parece ser un hecho normal, inspiró a la realización de estudios para determinar los efectos de las nuevas tecnologías en nuestro cerebro. Según la explicación publicada en infocienciasindrome.blobspot.com, el uso ininterrumpido de los diferentes dispositivos electrónicos puede alterar el funcionamiento del cerebro e impacta en el espectro psicológico, lo que provoca nuevas patologías.

Uno de estos desórdenes es el síndrome de la llamada perdida. ¿Cuántas veces ha sentido que su teléfono celular está vibrando cuando en realidad nunca ocurrió aquello? El médico Larry Rosen, quien escribió el libro Idisorder, identificó que el 70% de los usuarios ha sufrido en algún momento este fenómeno. Y la explicación es simple: usamos tantas veces el celular, que nuestro cerebro ha asociado cualquier impulso con este aparato.

Los estudios señalan que la costumbre de revisar de manera permanente el teléfono por supuestas llamadas o mensajes “fantasma” se presenta especialmente entre la población adolescente. No obstante, este comportamiento puede asociarse con patologías de ansiedad o trastornos obsesivos y de dependencia, por lo que se recomienda que los usuarios moderen el uso de estos artefactos.

¿Qué se siente cuando camino al trabajo, colegio o universidad, se ha dado cuenta de que olvidó su celular? Pues bien, puede variar desde una ligera incomodidad hasta un grave ataque de ansiedad, un trastorno que lo experimenta la mitad de la población y que es denominado nomofobia. Si bien el ser humano cuenta con varios canales para comunicarse con sus semejantes, el nomofóbico enloquece ante la imposibilidad de contactarse con una persona en cualquier momento allí donde se encuentre, señala la web muyinteresante.es. Este trastorno está asociado con personas inseguras y de baja autoestima.

Asimismo, el uso del Facebook puede ocasionar que el usuario sufra algún tipo de depresión. Un estudio elaborado por la Academia de Pediatría de Estados Unidos (citado por pcworld.com.mx) indica que las personas pueden sentirse inferiores si no tienen el mismo número de amigos, comentarios, mensajes o visitas en su muro, que sus contactos. También se encuentra el hecho de que observar fotos de gente en situaciones felices puede causar malestar, baja autoestima, envidia, inconformidad e infelicidad. Usted ¿nunca sintió un poco de envidia por algún post ajeno?

También conocida como ciberadicción, la dependencia a la red internet es la subordinación a los aparatos electrónicos llamados “inteligentes”. Las características de este fenómeno, además del tiempo prolongado que se utiliza en la red de redes, son las compras online y juegos en red, la participación exagerada en redes sociales y, en algunos casos, la visualización de videos pornográficos. Las consecuencias, enumera salud.ccm.net, se expresan a través de dolores de cabeza repetidos, ojos secos, mala alimentación, dolor de espalda e insomnio.

“Googleo, luego existo”. Un individuo se encuentra hablando con un amigo y en medio de la charla surge un dato que no recuerda. Entonces, surge el as bajo la manga: El teléfono celular para entrar a Google, esa página internet “que lo sabe todo”. Un grupo de científicos de la Universidad de Harvard (EEUU) estudió los efectos del uso compulsivo de los buscadores de Google sobre nuestra memoria, con una pregunta primordial: ¿Cómo es posible que teniendo tanta información disponible en las redes, cada vez sepamos menos? La explicación de los especialistas es que el hábito de recurrir a los buscadores deteriora nuestra capacidad para registrar y retener información realmente importante. Es decir que confiamos en que Google tendrá toda la información que necesitamos, así que nos permitimos olvidar datos importantes. Es como si tuviéramos una joya y la pusiéramos en una caja fuerte; como sabemos que está segura, nos relajamos y ya no estamos pendientes. Google tiene mucha información, pero no razona como nosotros, así que es mejor utilizarlo de manera sabia. Seguro que usted se ha identificado con alguno o todos estos trastornos, aunque tal vez, mientras está leyendo este artículo continúa caminando en medio de la calle sin fijarse en el tráfico, o prefiera ver la pantalla durante la hora del almuerzo o deje de trabajar para estar al tanto del mundo “exterior”. Estas reflexiones recuerdan la frase del tío Ben a Peter Parker (El hombre araña): “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Si no lo cree, busque en Google y después cuelgue la nota en Facebook. A ver cuántos likes consigue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario