sábado, 15 de octubre de 2016

“Phubbing”, la mala costumbre que se volvió norma en Tarija



Una de las ventajas del verano es que tenemos más tiempo para quedar con amigos y hacer esos planes que llevamos atrasando todo el año. Ver un atardecer, ir a tomar una copa o buscar un rincón oculto, en el que disfrutar de la paz de la naturaleza.

Sin embargo, en medio de todos esos momentos de paz, más que disfrutar de la compañía y de la conversación de nuestras personas queridas, seguiremos pendientes del teléfono celular.
De hecho, ignorar a nuestros amigos para atender el móvil es una práctica con nombre propio: “Phubbing”. Se trata de un término que surgió en Australia en 2008 en el Mcquarie Dictonary y que se ha popularizado hasta hoy.
Con mucha frecuencia sucede que en el intento de compartir con otra persona ésta se distrae con el teléfono celular, interrumpiendo cualquier ensayo de conversación y estropeando momentos hasta insólitos como el que la instructora de gimnasia se pierda su propia clase por el móvil o la pareja de baile olvide su compañía mientras contesta su celular.
En Tarija el hábito comienza a molestar, pues ha cambiado la forma de socializar, tan apreciada años antes. Ana María Hernández, mujer de 70 años, cuenta que antes todas las familias salían a la puerta de sus casas a compartir un té y a charlar con las familias vecinas, lo mismo sucedía en las plazas de barrios, donde además los niños jugaban el famoso “rompe”, que consistía en despojar a los naranjos de sus frutos.
Hoy todo esto ha cambiado, el acceso a la tecnología ha modificado las relaciones personales y las ha enfriado. Peor aún, existe una antigua generación que sufre los efectos de este fenómeno, pues no está del todo involucrada en el boom de la telefonía móvil. Se trata de nuestros padres y abuelos que no puede competir con un “me gusta”, un mensaje de Whatsapp o una foto en Facebook.

El culto al celular
A la popularidad del Blackberry, a mediados del año 2010 en Tarija, con su simpático mini teclado y tecnología que permite ingresar a internet, chatear, navegar, bajar música, juegos y otras aplicaciones, le siguió muy de cerca el celular digital que con un simple mando a dedo abrió un mágico mundo de tecnología.
Desde la llegada al departamento del Smartphone, muchas personas se convirtieron en víctimas de una necesidad de estar conectados a la red, sobre todo a las redes sociales como Facebook y Twitter. Esto empeoró con Whatsapp que permite una comunicación mucho más inmediata.
Así, padres, madres, hijos, jefes, empleados y otros se rindieron ante una necesidad creada por las empresas telefónicas. Hoy, uno de los principales problemas del teléfono móvil es que no sabemos dejar esa conversación de Whatsapp para luego.
Pensamos que es más importante contestar a la persona que está al otro lado del teléfono, que al que está al otro lado de la mesa. En definitiva, nos hemos vuelto adictos a la inmediatez.
Ejemplos miles, así le pasó a Raúl López que llevó a su pretendida a una fiesta en casa de unos amigos, sin sospechar ni por un segundo que además se llevaba a un fortalecido grupo de navegadores con los que compartió a su invitada a la hora del baile, comida y tertulia.

Causas psicológicas
En definitiva, el recibir un “me gusta”, comentar una imagen, chatear con amigos o desconocidos para llegar a conocer a diferentes personas se ha vuelto parte importante de la vida de muchos tarijeños.
“Es por eso que hoy es fácil dedicar tanta energía y tiempo al uso del móvil”, asegura Carmen Puente, psicóloga que gusta de investigar las tendencias sociales de los fenómenos en red.
Entre los fenómenos que percibe, explica que muchas mujeres usan las redes sociales para aumentar su autoestima, tener más contacto, sentirse queridas, protegidas, amadas, tengan o no tengan pareja, ya que necesitan afecto.
En el caso de los hombres existe la tendencia de enviar solicitudes a diestra y siniestra con frases hechas “qué bonita tu foto de perfil o qué lindos ojos que tienes”. Así, usan la tecnología para lanzar anzuelo por todo el mundo y ver a quién se puede interesar con este tipo de elogios.
Analizando al azar 10 diferentes perfiles se constató que en efecto los comentarios compartidos se basan en el envío de halagos que se pueden entender como estimulantes, debido a que pese a que representan riesgo en las relaciones reales para muchos se convierten en una necesidad.
“Las necesidades insatisfechas de tipo emocionales, afectivas, físicas hacen recurrir al alcohol, drogas, sexo, ahora tenemos también otro elemento con el teléfono celular que como en todo caso depende de quién lo use y administre”, explica la psicóloga.
Todo esto supone, irónicamente, que vivimos menos nuestro presente, por la simple razón de que es difícil prestar atención a la vida real, cuando estamos tan pendientes de la digital. “Tenemos la atención dividida entre las personas físicas con las que estamos compartiendo un espacio y el mundo virtual, al que tenemos que atender con suma urgencia. Por ese motivo, es imposible presentar atención plena y disfrutar de ninguna de las dos cosas al completo”, lamenta.
Otro de los motivos por los que preferimos la comunicación digital es la adicción al feedback (retroalimentación), es decir, que vivimos pendientes de conseguir un “me gusta”. El motivo, según la psicóloga, es que “en nuestro cerebro, concretamente el sistema de recompensa, proporciona una satisfacción inmediata, un placer efímero al que, poco a poco, nos vamos enganchando”.
Por otra parte, también es cierto que la comunicación a distancia nos hace sentirnos más libres de expresarnos. La psicóloga explica que “hay muchos estudios que hablan de la desinhibición de Internet”, ya que en el cara a cara es más difícil, por ejemplo, disimular que la conversación de la otra persona nos está aburriendo, mientras que en Whatsapp los emoticonos nos ayudan a fingir emociones.
“También es más fácil apagar el teléfono, que levantarte y marcharte en una discusión. Lo que hacemos a través del teléfono es real, pero inconscientemente seguimos dando más valor a lo que ocurre cara a cara. La presencia física de la persona a la que nos dirigimos tiene un peso que desaparece a través del móvil”, afirma.
Formas de combatirlo
Si bien parece que el phubbing ha llegado para quedarse, queda por ver cómo gestionarlo para hacer que afecte lo menos posible a nuestras relaciones. Y es que, como puntualiza Puente “las consecuencias del phubbing son de diferente índole, pasando por el deterioro de nuestras relaciones sociales, familiares y de pareja a los casos más graves, como un problema de adicción cuando empieza a ocupar demasiado tiempo y ocasiona que no realicemos el resto de tareas del día a día”.
Para evitar que nos afecte, la psicóloga recuerda que “lo primero de todo es tomar consciencia del tiempo que destinamos a nuestros móviles y aceptar que existe un problema”. Para contrarrestar “es necesario generar hábitos de comportamiento saludables y sistemas de control y gestión del tiempo, para conseguir el objetivo y evitar recaídas”.
Desde otra perspectiva, plantea que “se oye mucho en la calle que las nuevas generaciones no van a ser capaces de relacionarse cara a cara”. Pero, seguramente, si preguntamos a un grupo de muchachos: por qué no dejan el móvil y hablan con sus amigos, nos dirán que ya están hablando. “El mundo ha cambiado y Tarija no será la excepción”, concluye.

aspectos del fenómeno A TOMAR EN CUENTA

El término phubbing
La voz phubbing es de creación reciente a partir de phone, que significa ‘teléfono’, y snubbing, que es “desaire”. Tomando los equivalentes españoles es posible crear el neologismo ningufonear, un acrónimo de ningunear y telefonear

En todo lado
No ocurre sólo entre compañeros de trabajo, también en almuerzos con los mejores amigos de la vida, en cenas con la familia, en plena cita romántica a la luz de las velas y hasta en la cama

Eduquemos mejor
Padres unidos jamás serán vencidos: A la hora de tratar las adicciones de los niños y los adolescentes a las redes sociales y a los teléfonos y tabletas, es importante formar un frente común entre padre y madre sin desautorizarse.

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