lunes, 15 de diciembre de 2014

Cultura móvil

Mulhern, en el artículo publicado el año 2010 titulado “Debate en torno a la metacultura”, menciona que el término meta-cultura hace referencia a una moderna formación discursiva en la que la cultura, independientemente de cómo se entienda, habla de su propia generalidad y sus condiciones históricas de existencia. Su impulso estratégico inherente, sin el cual no sería más que antropología descriptiva, es movilizar la “cultura” como principio contra la imperante generalidad de la “política” en el disputado plano de la autoridad social. Lo que habla en el discurso metacultural es el principio cultural en sí, en un intento de disolver lo político como ámbito de arbitración general en las relaciones sociales. La cultura y los estudios culturales, que contrastan generalmente en su filiación social pero comparten este modelo discursivo, han sido versiones firmes de la voluntad metacultural de autoridad.

Según Ariño, en la ponencia citada anteriormente, algunas implicaciones de esta hegemonía son: (a) Genera un nuevo tipo de capital cultural. Bourdieu distinguía tres tipos de capital cultural: Incorporado, objetivado e institucionalizado. Se debe incluir un capital técnico específico del régimen audiovisual-digital, que se plasma en la competencia de operar en y con la inteligencia colectiva en el mundo virtual. (b) Hace posible la convergencia multimedia, tanto de lenguajes y contenidos, además de la transformación de los hogares, de los cuerpos y del acceso y las modalidades de participación cultural. Los flujos de signos permiten la movilidad, la interconectividad, nuevas formas de diversidad, más que la preconizada homogeneidad. (c) De un lado, conlleva desterritorialización, dado el carácter inmaterial del lenguaje digital, pero de otro adquiere una nueva importancia la localidad, en el sentido de la relevancia que tienen los nichos socio-ecológico-culturales, donde uno elige el espacio social donde se asienta con sus afines. (d) Se produce una transformación entre la esfera pública y la privada, como queda patente en las contiendas generadas en torno a la propiedad intelectual, la autoría colectiva y la libre circulación de los flujos de significado propugnada por el movimiento Open-Source. Ahora bien, una cosa es describir las oportunidades que abren el lenguaje digital y la reorganización de las formas de comunicación y otra bien distinta suponer que la utilización de la computadora, de Internet, de los artilugios móviles, se halla generalizada, equitativamente distribuida, y todos realizan el mismo uso de ellos y maximizan sus oportunidades, desde idénticos marcos de relevancia.

Un medio de comunicación, según Varela, en el libro escrito el año 2009 titulado “El fin de los medios masivos”, se constituye en dos niveles, el primero de los cuales es la infraestructura, o sea el soporte técnico y tecnológico que permite la existencia del medio; y en segunda instancia, las prácticas sociales, culturales, simbólicas, semiológicas, históricas, antropológicas y políticas que se constituyen en un lenguaje que permite expresar cosas a través de este medio. De acuerdo a esta idea de Varela, para las personas, los dispositivos móviles originados en el desarrollo de la telefonía móvil celular y de las redes de información, se han constituido en un nuevo medio de comunicación, el cual se encuentra en pleno proceso de formación y por tanto se encuentran en desarrollo su lenguaje, procesos simbólicos, audiencias, públicos, usuarios, industria y en general todas las facetas y aspectos que constituyen un medio.

Por consiguiente, el medio móvil existe, sin embargo está desarrollando su lenguaje, en particular su lenguaje audiovisual y su uso se masifica cada vez más. Varela, en el libro citado, continua argumentado que, a diferencia de todos los demás medios de comunicación existentes hasta el momento, el medio móvil aprovecha las características de los medios digitales y genera el componente de la interactividad en tiempo real, que no existía en el pasado, trasladando a los usuarios y al público en general, el poder de generar contenidos y mensajes y no solamente de consumirlos. Este cambio, aparentemente tan pequeño, ha generado transformaciones inmensas en muchos de los procesos comunicativos en el mundo actual. La digitalización y la movilidad de las comunicaciones actuales generó un gran rompimiento en la forma como los seres humanos se comunican a través de los medios. Antes de la comunicación inalámbrica, se podría decir que los medios estaban fijos o atados a un determinado espacio, pero al hacer aparición ésta, los dispositivos poco a poco se liberaron de sus ataduras espaciales. Esto, unido a la miniaturización de casi todos los dispositivos, les dio como característica esencial la portabilidad. Hoy gran parte de las personas poseen dispositivos móviles, forman parte de la indumentaria diaria, van como pasajeros obligados en los bolsillos o en la cartera, de la misma manera que se lleva las llaves del coche, la documentación personal, el dinero o las tarjetas de crédito, transformando de manera dramática la forma de ser de las personas.

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